DANI BAJOU
Coordinador del proyecto Locust, Hemav Foundation
¿Quién es Dani Bajou?
Es una persona con mucha ilusión que empezó como estudiante y actualmente forma parte de la fundación Hemav. Apoya el desarrollo del proyecto Drones contra el hambre para intentar cambiar el mundo.
¿Qué es Locust?
Es una iniciativa que a través del dron intenta aplicar la detección de plagas de langostas en los desiertos de los países del norte de África hasta el sudeste asiático, donde resulta ser un problema devastador para la sociedad. Por tanto, nuestro objetivo es utilizar la tecnología dron para fines humanitarios.
¿Cómo surge la idea del proyecto?
El proyecto surgió hace unos 4 años aproximadamente a partir de la inquietud y ambición de intentar solucionar un problema que pudiera mejorar el mundo a partir de la innovación de la tecnología dron.

¿Quién está implicado en el proyecto?
En el proyecto están implicados tanto personas como organizaciones, administraciones y empresas. A nivel personal está involucrado todo el personal de Hemav Foundation; la Universidad Politécnica de Catalunya, con la que tenemos un convenio para ayudar a los estudiantes a formarse; además de nuestro gran colaborador y partner: la FAO, que es la organización que proporciona la alimentación de la ONU; varios gobiernos de África que nos ayudan y nos ofrecen territorios de su país para realizar dichas pruebas; y finalmente, la propia división de Hemav que da soporte a la fundación con su tecnología y conocimientos, a más de miles de personas que han dado apoyo para tirar adelante la iniciativa.

¿En qué fases se divide el proyecto?
El proyecto está dividido en tres fases: la primera consta del diseño e implementación de una primera fase de la tecnología, es decir, que la tecnología funcione y sea robusta. Una vez completada esta fase, arrancaría la segunda fase que consistirá en empezar a aplicar toda la inteligencia artificial para intentar optimizar y poner un punto de eficiencia a todos los países, así como empezar la formación del primer equipo oficial de la FAO mediante esta tecnología. La tercera fase se caracteriza por ser la más ambiciosa, se trata de dar soporte formativo, logístico y tecnológico a los más de treinta países afectados por esta plaga.
¿Hasta dónde se quiere llegar?
Si tuviéramos que fijar una meta final sería terminar con el problema, es decir, que nunca más haya una plaga de langostas sin su previa prevención. A nivel de la fundación del proyecto, la idea es extrapolar esta tecnología a cualquier problema que se le parezca.
¿Qué problemáticas o barreras habéis encontrado en las dos expediciones realizadas?
En ambas expediciones, la primera en Mauritania en 2018 y la segunda en Ovan en 2019, los primeros problemas siempre son los logísticos y de medios, es decir, se trata de una fundación sin ánimo de lucro y la falta de recursos nos limita la ambición de querer comernos el mundo, pero esto forma parte del reto y es lo bonito de éste.
Otro problema siempre es el logístico, es decir, transportar un equipo o transportar drones a ciertos países con poca o sin legislación, ya que justificar el porqué de los hechos siempre es una traba.
La climatología también es un problema que nos dificultó mucho a la hora de ejecutar ya que se trata de largos periodos de trabajo con mucho calor y mucha arena, los equipos se resienten, el personal se desgasta… y es ahí cuando realmente ves las dificultades que sufren y las condiciones a las que se tienen que someter las personas que trabajan allí día a día. Aun así, a grandes rasgos los problemas principales siempre son de recursos, tecnológicos y legales.

¿Alguna curiosidad del viaje a Omán?
Si, varias. La primera, la rotura de esquemas, es decir, Omán es un país que pocas personas podrían señalar en un mapa y llegas ahí con una incertidumbre que posteriormente te asombra. Su cultura, el paisaje, como de bien nos han tratado… generalmente, la recepción que hemos tenido ha sido abrumadora. En cuanto a anécdotas concretas, estuvimos viviendo en el desierto, nos acogieron en casa de uno de los jefes de la FAO y pudimos asistir a una comida árabe y se nos cayó el dron en un banco de arena magnética, cosa que no pensábamos que nos iba a pasar nunca, pero por suerte se resolvió muy rápidamente.
Una de ellas, y la más bonita fue un día de noche que nos subimos a unas dunas del desierto y con los leds de los móviles hicimos las letras de Hemav Fundation, es una foto que transmite mucho ya que somos la fundación para arrojar luz al desierto, y la simbiosis de luz, desierto y problema es perfecta, y siempre la llevaremos dentro. Al fin y al cabo, hay muchas y pequeñas anécdotas que juntas hacen un viaje y una experiencia inolvidable.

¿Esperabais poder llegar a ser seleccionados por la FAO? ¿Cómo se recibió la noticia?
Todo empezó en febrero de 2018 cuando se inició un concurso donde la FAO invitaba a todas las empresas tecnológicas del mundo a presentar sus propuestas para combatir un problema a través de la tecnología dron. Nos apuntamos al concurso y nos seleccionaron. Recibimos la noticia con llantos de alegría y posteriormente viajamos a Mauritania para realizar las pruebas las cuales fueron muy satisfactorias. A partir de aquí, empezó nuestra relación con la FAO. Al fin y al cabo, todo empieza con la ilusión, y poco a poco, con trabajo y esfuerzo los resultados van saliendo.
¿Qué significa para ti poder llevar a cabo tu proyecto universitario? ¿Y que además sea un proyecto solidario?
Cuando dedicas tantas horas y esfuerzo a realizar un trabajo, en este caso el de final de carrera, y ves que se transforma en un proyecto a nivel tecnológico y humanitario que va cogiendo sentido, que se va diseñando hasta el punto en que te da la oportunidad de presentarte ante una organización tan importante como la ONU, rodearte de grandes profesionales y poder llevar a cabo tu proyecto, es algo que no se puede transmitir con palabras, no puedo medir lo que siento cuando veo hasta donde hemos llegado. En resumen, es una satisfacción y una ilusión inmensa, es algo increíble.
¿Qué significa para ti formar parte de Hemav Foundation?
Es algo que no se puede explicar con palabras, hay que vivirlo, y es por eso que quiero llamar a la gente que se apunte a colaborar, a participar, a trabajar, a ofrecer… Formar parte de esta organización te llena principalmente porqué das lo que recibes. Es ilusión, pasión, esfuerzos, lágrimas, alegrías, pero al fin y al cabo es poder dar algo al mundo sin esperar nada a cambio. Ver como tus pequeñas acciones poco a poco implican una consecuencia positiva e inmensa para personas sin recursos que viven en sitios remotos, no se puede medir con palabras, la definición sería el antónimo de impotencia.
¿Qué significa para ti cambiar el mundo? ¿Crees que todos somos capaces de cambiarlo?
Todo el mundo es capaz de cambiar el mundo, pero nadie puede hacerlo solo. Y para empezar a cambiarlo hay que empezar a hacer pequeñas acciones, hace falta pasión, predisposición, ilusión y muchísimo esfuerzo. La vida real no es como las películas, los resultados y el éxito no se consiguen en tres minutos, hace falta luchar a diario, esforzarse y no rendirse, hay que creérselo.
¿Una frase para animar a estudiantes o profesionales a que se sumen al proyecto de Locust?
“Solo seguramente llegaras más rápido, pero seguro que juntos llegaremos más lejos, únete a Hemav Foundation y ven a cambiar el mundo”
